Cuando Laibl volvía por la noche de la taberna, Mosche nunca sabía qué padre entraría en ese momento por la puerta: el lloroso o el maligno. A veces Laibl le tomaba en sus brazos, a veces le pegaba sin ton ni son. Casi siempre estaba demasiado bebido para causarle verdadero dolor pero eso no era lo importante. No era nada físico lo que le dolía tanto a Mosche. En su interior se alejaba más y más de su padre.

Si eres padre, procura que tu ausencia sólo se deba al llamado divino a mejor vida... y no porque creas que, librándote de tus responsabilidades como padre, gozarás de una mejor vida...

Un hombre que le cuenta a otro sus aventuras amorosas es un tarado, y si encima es el padre de uno, esa estupidez infantil se convierte en algo siniestro.

Pienso que nunca antes me habías humillado tanto con tus expresiones, ni habías demostrado más fehacientemente tu desprecio (p. 64)

Nada le pido a Dios, porque mi fe murió con mi padre. (p. 149)

Ogni suo passo parlava di angoscia e di abnegazione, ed il figlio alto e lontano sentiva che non avrebbe mai potuto ripargarlo, nemmeno in parte centesimale, nemmeno col conservarsi vivo.

Mi papá siempre pensó, y yo le creo y lo imito, que mimar a los hijos es el mejor sistema educativo.

Mi padre me enseñó que un padre puede llorar delante de sus hijos, que eso otorga un valor a las lágrimas que los niños no conocen, porque los lloros infantiles son siempre caprichosos, intrascendentes, oportunistas. Pero las lágirmas de un padre son de plomo

Lo constatò con la compassione dei figli che la vita ha trasformato a poco a poco in padri dei loro padri, e per la prima volta si dispiacque di non essere stato insieme al suo nella solitudine dei suoi errori.

Había procurado hacer un hueco a su padre en su organizada existencia, y siempre sin éxito. Su padre era uno de esos hombres que no pueden acomodarse a ningún plan, salvo al suyo.